Un policía cobrará el sueldo que perdió por hablar a un superior en calzoncillos
Una sentencia da la razón al agente porque no existía prohibición para dirigirse al inspector en el vestuario
Los vestuarios suelen ser lugares propicios para conversaciones de todo tipo, incluidas las de trabajo. Normalmente se desarrollan entre amigos. En ocasiones, también con compañeros de profesión. El problema empieza si el interlocutor es un jefe. Entonces no todo el mundo cree apropiado que se dirijan a él cuando se encuentra en calzoncillos, a medio vestir.
Esto es lo que consideró un mando de la Policía Local de Xirivella cuando un agente le dijo: «¿La orden que tiene pensado darnos por escrito nos la va a dar antes de marcharse?». Eran las nueve y veinte de la noche. En ese momento el superior tomó dos decisiones. La primera, que la orden no se la iba a dar. Y la segunda, que iba a abrirle un expediente por «grave desconsideración a un superior». Falta grave. El proceso terminó con tres meses sin empleo y sueldo. Y ya entonces podía dar gracias porque la sanción podía alcanzar los tres años. Una eternidad por un detalle.
Ahora una sentencia del juzgado de lo contencioso administrativo número 7 de Valencia da la razón al agente. Cobrará 3.855 euros más intereses. El dinero que dejó de percibir por el castigo.
La juez considera que el policía «no fue a buscar a propósito al inspector para exigirle la orden». Es más, constata que al ser una indicación que excedía de las funciones propias -ir a buscar unas motos a un taller de Valencia- «no parece improcedente» que solicitara la confirmación escrita.
La sentencia también recoge una llamada de atención al superior. Según el documento, se intentó «engrandecer la situación del inspector» en aras de crear una circunstancia «incómoda e inapropiada».
No fue así como ocurrió, tal y como explicó ayer el propio agente a LAS PROVINCIAS. Él entró al vestuario a dejar sus bártulos y allí se encontró con su jefe. El mando policial «estaba atándose los zapatos». «¿Y quién se los pone antes de los pantalones?», reflexiona para poner en duda el testimonio de su superior. Incluso va más allá y asegura que fue el superior quién se encaró a él: «¿Estás tonto?» o «¿estás sordo?». No recuerda cuál fue exactamente la contestación.
Los testigos que desfilaron ante la magistrada ratificaron que no existía ninguna prohibición para dirigirse al inspector en el vestuario. Además, la sentencia recoge «que al ser un grupo más o menos reducido no existe la jerarquía tan acentuada como en núcleos más grandes».
Sólo en un aspecto la resolución judicial no da la razón al policía. Rechaza que se le indemnice con 3.000 euros por daños morales. La magistrada entiende que no existe una relación causa-efecto. Según el historial médico, el afectado ya tomaba medicación en 2006. Los hechos se produjeron en mayo de 2007.
El agente -que prefiere mantener el anonimato- cree que la sentencia repara la «cacicada» que se produjo en su caso. «Fue todo una farsa para cortarme la cabeza». De hecho, según el relato del agente, superior y subordinado ya arrastraban una larga cadena de enfrentamientos.
Ahora se encuentra de baja por un accidente doméstico en el que se rompió el brazo. «Si tuviera otro trabajo para pagar la hipoteca me dejaba esto», sostiene. Pero no lo tiene. Y tendrá que seguir viendo a quien le sancionó por hablarle cuando estaba en calzoncillos. Seguramente ahora eviten cruzarse de nuevo en el vestuario.
lasprovincias.es, 3 de Octubre del 2009
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