La noche en que Churchill y Stalin se fueron de fiesta
Las conversaciones en tiempo de guerra entre el británico Winston Churchill y el georgiano Joseph Stalin resultaban muy incómodas hasta que un día ambos decidieron beber juntos hasta las 3 de la madrugada, según muestran archivos recientemente desclasificados.
En una información publicada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la visita a Moscú en 1942, un funcionario recuerda haber encontrado a los dos hombres disfrutando de "comida de todo tipo... y un sinnúmero de botellas".
Estaban "más felices que unas castañuelas" aunque Churchill "se quejaba de un leve dolor de cabeza" hacia la una de la madrugada.
La carta añade: "Los dos grandes hombres realmente hicieron migas".
En las anotaciones de Alexander Cadogan, quien fue subsecretario permanente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Reino Unido, se puede leer que esta reunión establecería unas condiciones en que "los mensajes intercambiados tendrían un mayor significado que anteriormente".
La primera reunión con Stalin durante su viaje "fascinó" al primer ministro británico, antes de una segunda reunión en la que el líder ruso abordó el asunto "más delicado que encontró".
Cadogan escribe: "Fue exactamente la misma estrategia que utilizó en diciembre pasado cuando, en la primera reunión, todo era miel y en la segunda, todo salió mal. Una técnica muy extraña, no entiendo bien la intención de la misma".
Y continúa: "Esto creó un ambiente enrarecido, que no mejoró durante el banquete en la noche siguiente. No hay nada más terrible que un banquete del Kremlin, aunque teníamos que aguantar".
"Desafortunadamente, a Winston (Churchill) se le notaba que no podía soportarlo", concluye.
Impresionado
Los líderes superaron sus diferencias a la noche siguiente durante unas nuevas conversaciones, que Churchill solicitó a condición de que fueran a solas con Stalin. El entonces primer ministro británico se vio "decidido a disparar su último chartucho".
Después de que la reunión comenzara a las 19:00, era ya la una de la madrugada cuando Alexander Cadogan fue "convocado a acudir al despacho de Stalin en el Kremlin".
Cadogan anota: "Allí me encontré con Winston, Stalin y Vyacheslav Molotov -ministro de Relaciones Exteriores ruso-, que se había unido a ellos, sentados compartiendo una bandeja muy cargada de alimentos de todo tipo, coronada por un cochinillo, y un sinnúmero de botellas.
"Lo que Stalin me hizo beber parecía bastante salvaje. Winston, quien en ese momento se estaba quejando de un leve dolor de cabeza, parecía sabiamente limitarse a beber un vino tinto europeo inocuo y efervescente", agrega.
La hospitalidad de Stalin era conocida por la implicación en sus reuniones de grandes cantidades de alcohol, puesto que prefería negociar con los grandes bebedores.
Cadogan confía en la carta que "Winston, ciertamente, estaba impresionado; y creo que ese sentimiento era recíproco".
"Es muy difícil conseguir esa sensación, sobre todo a través de intérpretes. Aunque, por ejemplo, en una ocasión Stalin respondió a un comunicado de Winston 'No estoy de acuerdo con ello, pero me gusta el espíritu'", escribe.
La carta descubre, someramente, la guinda de la reunión: "Nos hemos escapado poco después de las 3 de la madrugada, teniendo así el tiempo justo para llegar al hotel, hacer las maletas, e irnos hacia el aeródromo sobre las 4:15 de la madrugada".
Esta carta es uno de los casi 600 archivos del gobierno británico, casi todos en relacionados con el servicio de inteligencia y que datan de la Segunda Guerra Mundial y los primeros años de la Guerra Fría (1936-1951), que acaba de publicar los Archivos Nacionales del Reino Unido.
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