sábado, 2 de mayo de 2015

Los años en los que una sola piña costaba US$7.500

Los años en los que una sola piña costaba US$7.500

Piña
Aunque sigue siendo marcada como "exótica" o "tropical", hoy en día no es raro encontrar piña en Reino Unido.
Y aunque a quienes vienen de países tropicales el precio todavía les parece alto, no es nada con lo que alguna vez llegó a ser.
La piña o ananá fue en algún momento la fruta más costosa del mundo y llegó a ser absurdamente cara.
Como de costumbre, fue cuestión de oferta y demanda, aunque en este caso más bien de costo de producción, y hasta de frío y calor.

Todo comenzó...

Con la llegada de Cristóbal Colón a América, hogar de una familia de plantas llamada bromeliáceas o bromelias.
Entre las más de 3.000 especies de esta familia, está la Ananas comosus, y cuando el aventurero del siglo XV y sus compañeros probaron su dulce fruta en 1493, les fascinó y la registraron como una curiosidad con un exterior segmentado y abrasivo y un interior firme como el de una manzana.
Piña en planta
En muchos lenguajes se le llama ananá, que se cree viene de la palabra tupi "nanas", que significa "fruta excelente".
Por supuesto, se la llevaron a Europa, que en ese entonces era un lugar en el que la dulzura era poco común: casi no había frutas frescas y las que había no eran muchas y estaban disponibles por tiempo reducido. El azúcar de caña, por su parte, era un producto muy costoso importado del Oriente.
No es extraño entonces que los europeos se rindieran a los pies de esa fruta de pulpa amarilla que explotaba en dulzura al morderla, de manera que la piña se ganó inmediatamente la reputación de ser un lujo exótico.
El problema era que había que traerla de muy lejos... o sembrarla en el Viejo Continente.

No tan fácil

A pesar de los muchos esfuerzos por encontrar el método para que creciera en suelo europeo, y de la competencia que había entre la aristocracia europea por lograrlo primero, habrían de pasar dos siglos antes de que Sir Matthew Decker pudiera cultivar una piña en su jardín en Richmond, Inglaterra.
Ocurrió en 1720, y la ocasión fue tan trascendental que se comisionó un enorme retrato de dicha fruta, la cual le fue servida después al rey Jorge I.
El problema había sido reproducir las cálidas condiciones tropicales para que laAnanas comosus creciera, particularmente en la fría Inglaterra.
Pero Decker diseñó un ingenioso sistema que fue inmediatamente copiado por quienes podían darse el lujo de hacerlo en otros lugares de la Gran Bretaña georgiana... y que todavía hoy se usa en los Jardines Perdidos de Heligan, en Cornualles, el extremo suroccidental británico.
Todo empieza con grandes cantidades de estiércol fresco, pues cuando se va descomponiendo expide calor...
Ese calor viaja por estos huecos de ventilación y entra en la cámara de crecimiento interna, produciendo el ambiente cálido y húmedo que las piñas necesitan para crecer.
En esa cámara, que es un pequeño invernadero hundido, crecen las preciadas piñas.
Nicola Bradley, la supervisora del jardín, le explicó a la BBC como pudo esa fruta tropical crecer al fin en un jardín inglés.
Ahora parece fácil, pero en esa época, el costo que implicaba cultivar piñas era astronómico.
Había que tener el terreno en el cual construir los fosos; se requería de grandes cantidades de estiércol fresco y mucha mano de obra para conseguir que la fruta creciera.
Por ello, en ese entonces cada piña costaba alrededor del equivalente a US$7.500 en dinero de hoy.
Piña en fuente
Piñas de piedra se pueden ver en fuentes, puertas y hasta hay cúpulas con esa forma en varias mansiones.
No es de extrañar entonces que la fruta fuera un gran símbolo de estatus, lo que explica por qué no es raro piñas de piedra como adorno en las mansiones de esa época.
"Era una señal de hospitalidad", explica xx: si, por ejemplo, en un banquete servían piña, el invitado se sentía halagado, pues obviamente lo apreciaban mucho si lo consideraban digno de tal tesoro.
"Pero también servían para mostrar que los dueños eran lo suficientemente ricos para tener el espacio, instalaciones y sirvientes necesarios para producir un artículo de tanto lujo".
"Aunque también se podía aparentar que uno era más rico de lo que era alquilando una piña... para una cena, por ejemplo".
El problema era que había que devolverla.

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