Los nuevos hábitos de los animales que se adaptan a las ciudades
Estos cambios de conducta tienen que ver con la alimentación, la capacidad de comunicación y la relación con los humanos, según un nuevo estudio estudio
(Foto: AP)
Barcelona (EFE). Palomas, monos y otros animales que se acercan a las ciudades cambian hábitos, buscan otras formas de alimentación, ajustan sus comportamientos, modifican su forma de comunicarse en un entorno ruidoso y aprenden a no asustarse de los humanos para sobrevivir en la urbe y convertirse en “urbanitas”.
Una investigación llevada a cabo por el Centre de Recerca Ecológica i Aplicacions Forestals, que ha publicado la revista “Animal Behaviour”, demuestra que los animales que han logrado sobrevivir en las ciudades son aquellos capaces de ajustar su comportamiento a los retos que supone la vida en la urbe.
El trabajo, llevado a cabo por los investigadores Daniel Sol, Oriol Lapiedra y César González, ha analizado la capacidad de ajustar el comportamiento a las alteraciones asociadas a la urbanización de varias especies animales.
CAMBIO DE HÁBITOS
En muchos casos, estos ajustes reflejan “flexibilidad de comportamiento” y los cambios más comunes, según el estudio, tienen que ver con la alimentación, la capacidad de comunicación y la relación con los humanos.
En el primero de los casos, numerosos estudios ya han explicado que los animales “urbanitas” cambian sus hábitos, incorporando en su dieta alimentos asociados a la actividad humana, como los frutos de árboles ornamentales, los restos de basura o aquellos productos que les ofrecen los humanos.
Esto hace que muchas veces tengan tanta comida al alcance que se conviertan en especies más sedentarias y aumenten su densidad hasta convertirse en plagas.
En cuanto a la presencia humana, se han observado animales -como el coyote o el oso negro- cambian el horario de actividad para evitar el contacto con humanos, aunque muchos otros han perdido el miedo a los humanos.
Es el caso de las palomas, que dependen en gran medida de la comida que les dan las personas voluntariamente y que no sólo no les tienen miedo sino que incluso aprenden a reconocer a quienes les dan de comer, o del mirlo, que ha acortado la distancia de fuga para poder practicar sus actividades sin ser perturbado por las personas.
El ruido de las ciudades también ha provocado que los animales “urbanitas”modifiquen la forma de comunicarse.
En las ciudades, algunas aves aumentan la frecuencia de su canto y su duración para evitar que el sonido interfiera con el ruido, que suele ser de frecuencia baja. En otros casos se ha observado que otros pájaros cantan a destiempo por culpa de la luz artificial.
Según los investigadores, estos resultados tienen implicaciones importantes para la conservación, ya que la urbanización es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad.
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