(RPP) Nunca es tarde para aprender, ni siquiera con 104 años, como demuestra Antonia Paz Melgar, una vendedora ambulante de un barrio pobre en la sureña ciudad peruana de Arequipa que, el último año, ha aprendido a leer y escribir.
La anciana, que nació en Yura, Arequipa, el 9 de junio de 1904, ha cumplido así su sueño de, como explicó en entrevista a Efe, "siquiera saber lo que es una letra", todo gracias al Programa Nacional de Movilización por la Alfabetización (Pronama), al que se acogió en junio del año pasado.
Así fue como entró en el grupo de estudios "Caritas Pintadas", donde compartió pupitres con otras catorce alumnas, las mismas que terminaron siendo un apoyo para Antonia, pues, como ella misma reconoce, la tarea no le resultaba nada fácil.
"Hablaban conmigo mis compañeras y de lo que no podía acordarme me lo decían", narra la anciana recordando su reciente paso por la escuela y es que, como ella dice, "a las edades que tengo me confundo ya también".
Antonia comenzó, como todo estudiante, con los cuadernos de grafía en los que repetía una y otra vez el dibujo de las consonantes y vocales, aunque tras cinco meses del curso básico ya era capaz de escribir su nombre.
"Sí puedo leer aunque sea deletreando, pero ya leo", agregó la anciana que, aunque con algunos problemas de audición, conserva una vitalidad envidiable para alguien que, en sus 104 años, ha vivido ocho golpes de Estado y guerras que han enfrentado a Perú a países como Ecuador y Colombia.
Para Antonia, en su infancia y su juventud estudiar nunca fue una opción.
Y es que esta mujer nació, según sus propias palabras, "tan pobre" que desde niña tuvo que trabajar cuidando ganado en la sierra, además de que en su pueblo "tampoco había colegio".
"Ahora hay estudios pero antes no había y ahora desde wawas (bebés en quechua) casi pueden ir", afirmó la anciana que, asegura, nunca pensó llegar a los 90 años.
Cuando menciona su descendencia, Paz Melgar habla de seis hijas y dos hijos, pues, a pesar de haber parido a doce, ella opina que "para qué contar los muertos, los vivos no más", aún así suficientes para tener 60 nietos.
Sin embargo, Paz Melgar vive hoy sola, en una casa formada por cuatro esteras, sin luz ni agua, en el deprimido barrio de Pedregal, en la localidad de Mayez, Arequipa, y sobrevive vendiendo en la calle yucas y choclo (maíz).
En la escuela también ha aprendido a contar, algo que le resulta más fácil que las letras y a lo que ha podido sacar, además, beneficio.
"Me ayuda para contar el dinero, pero no cantidades grandes, lo que puedo no más (...), ya no me engañan cuando vendo mis choclos con queso", afirmó.
Ahora Antonia tendrá además una casa digna, ya que el Ministerio de Educación ha querido premiarla con la compra de una parcela y la construcción de un módulo básico de vivienda, con baño, dormitorio y sala.
La anciana no ceja en su búsqueda de nuevos proyectos, y en su nueva vivienda, piensa criar a sus animales e, incluso, tener su propio huerto donde cultivar hortalizas.
Paz Melgar es un ejemplo del programa de alfabetización que el gobierno peruano ha puesto en marcha con el objetivo de rebajar la tasa de mayores de 15 años que no saben leer ni escribir de 8,1 por ciento en 2007 al 4 por ciento en 2011.
"Que aprendan a leer y escribir, que no sean como he sido yo, ahora deben aprender, ahora que pueden, deben lograr esa oportunidad", añadió la anciana.
Antonia recela sobre el motivo que la ha llevado a embarcarse en esta aventura a su edad, pero al final lo desveló: para comunicarse por carta con sus hijos y para pedirle al presidente de su país, Alan García, que trabaje también por los más viejos.