Si el voto en EE.UU. es secreto, ¿por qué se sabe tanto sobre lo que eligieron los votantes en las elecciones?
Sólo el 41% de los hombres votaron este martes por la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton.
Y el 29% de los latinos que acudieron a los centros de votación apoyaron a quien después se proclamaría presidente electo: Donald Trump.
Es más, el republicano logró la presidencia en parte gracias a que el 53% de los votantes de entre 45 y 65 años se inclinaron por él. Y porque el 67% de los votantes blancos sin estudios superiores lo señalaron como su opción para la Casa Blanca.
Así desglosaban los medios estadounidenses el resultado de las elecciones.
¿Pero cómo es posible, si el voto en EE.UU. es secreto?
Se debe a una herramienta: las encuestas a pie de urna o a boca de urna, conocidas en inglés como exit polls.
Una muestra
Se trata de sondeos que se hacen en los mismos centros electorales con una muestra reducida de votantes: 24.537 de los 231 millones llamados a votar.
En EE.UU. las lleva a cabo Edison Research y se las provee a la National Election Pool, un consorcio formado por ABC News, The Associated Press, CBSNews, CNN, Fox News y NBC News.
Una vez cerrados los centros de votación, estos medios empiezan a publicar los resultados de las encuestas, que, por otra parte, no son los resultados oficiales. Los definitivos los hará públicos el Senado el 6 de diciembre.
Para los sondeos a boca de urna, la empresa especializada sitúa a 933 encuestadores en 350 centros de votación que elige como representativos entre todos los de EE.UU.
Y estos se dirigen a los ciudadanos que acaban de votar y, cuestionario en mano, les preguntan por quién votaron.
Es por eso que estas encuestas suelen utilizarse para predecir el ganador durante en las horas posteriores a la jornada electoral, aunque esa no sea su única función.
Y es que sirven también para recolectar información sociodemográfica sobre los votantes y averiguar por qué votaron como lo hicieron.
Para ello, los encuestadores recogen datos sobre la edad, la raza, el género y los ingresos de los votantes,y les preguntan su opinión sobre los temas clave de las elecciones, como por ejemplo la economía o la inmigración.
Los cuestionarios se rellenan de forma anónima y se introducen después a una urna especial.
Edison Research también lleva a cabo entrevistas telefónicas días antes de las elecciones, para incluir así en la muestra a los votantes tempranos. Y es que este año más de 47 millones de estadounidenses votaron por anticipado.
¿Pero cuán fiables son los resultados de estas encuestas?
"No es perfecto"
Son una herramienta que se utiliza en varios países y la avalan expertos.
Edison Research reconoce que hacer los sondeos a pie de urna de una elección presidencial es uno de los "proyectos de investigación más desafiantes del mundo a nivel logístico".
Pero subraya que puede garantizar la legitimidad de sus resultados porque tiene "décadas de experiencia" en ello, usa "técnicas de muestreo apropiadas" tanto para elegir recintos y votantes, que los encuestadores son "rigurosamente entrenados" y en sus cuestionarios evita "preguntas que puedan llevar a sesgos".
También subraya que garantiza la privacidad y anonimato de los que responden a ellos, y que su metodología tiene en cuenta a los votantes tempranos y la abstención.
"Nos tomamos muy muy en serio nuestro trabajo porque sabemos que nuestro trabajo será estudiado y escudriñado durante años", asegura la empresa.
Sin embargo, se trata de sondeos y por naturaleza incluyen un margen de error.
"El método no es perfecto", lo confirma Nate Cohn, un experto del equipo de investigación de datos del diario estadounidense The New York Times.
"Es importante tener en mente que son sólo sondeos", subraya en un texto publicado por el medio.
"Normalmente se basan en una muestra de un par de decenas de recintos de votación en cada estado y algunas veces no incluye más que las respuestas de unas miles de personas", explica.
"Como cualquier otro tipo de sondeo, las encuestas a boca de urna están sujetas a un margen de error que se debe al muestreo y también a todo tipo de sesgos en las respuestas".
Es por eso que, si se utilizan para proyectar al ganador de una elección, no siempre dan en el clavo.
En ese sentido, cabe recordar por ejemplo que en la elecciones presidenciales de 2004 en EE.UU. las encuestas a pie de urna daban la victoria al demócrata John Kerry, pero que finalmente quien se alzó con el cargo fue el republicano George W. Bush.
Entender el comportamiento
"Los sondeos a boca de urna no están diseñados para predecir al ganador", insiste por ello Harry J. Enten, experto en estadísticas electorales, en el diario británico The Guardian.
"Pero cuando se usan correctamente, son una herramienta excelente para entender el comportamiento del electorado".
Aunque otros expertos muestran más reservas.
"Estas encuestas no reflejan realmente cómo funciona la demografía", escribe Mona Chalabi, una periodista de datos que trabajó para el Banco de Inglaterra y ahora lo hace para The Guardian.
"Los votantes estadounidenses no son pobres o negros o mujeres o graduados universitarios. En realidad, encajan en varios de esos grupos a la vez", explica.
Así que "dos hechos son simultáneamente posibles: que los más pobres hayan votado por Clinton y que los blancos más pobres lo hayan hecho por Trump".
Por su parte, Matt Barreto, de Latino Decisions, una organización que investiga la opinión política latina, señala otro tipo de posible sesgo.
Según el profesor en ciencias políticas, el punto de partida para elegir un recinto electoral y no otro es el resultado de las elecciones anteriores.
Por ejemplo, si el 70% de un recinto votó por un senador republicano en 2008, la empresa especializada decidiría colocar allí a un encuestador para ver si los demócratas están teniendo un apoyo menor que esa vez.
Pero en ese caso no se estarían fijando necesariamente en el perfil de los votantes.
De acuerdo al experto, los votantes latinos de un recinto electoral de mayoría blanca no tendrían por qué representar al resto de los latinos del estado.
Estos, en su mayoría, están "más asimilados, son más los que tienen estudios superiores, tienen ingresos más altos y suelen ser más conservadores", le dijo Barreto al sitio de noticias en internet Vox.
Por lo tanto, aunque son unas herramientas que ayudan a entender la demografía electoral, no hay que perder de vista que los sondeos a pie de urna son eso, sondeos.
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